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domingo, 4 de julio de 2021

Un experimento que demuestra el poder de la mente

Un experimento que demuestra el poder de la mente

Un científico, quería probar una teoría y para ello realizó un experimento que demuestra el poder de la mente. Necesitaba un voluntario que llegase hasta las últimas consecuencias. Por fin lo encontró, era un condenado a muerte que sería ejecutado en la silla eléctrica.

El científico le propuso al condenado, lo siguiente: él participaría de un experimento científico que consistía en hacerse un pequeño corte en el pulso, con el propósito de que su sangre fuera goteando lentamente hasta la última gota. Le explicó que tenía mínimas probabilidades de sobrevivir, pero que de todas formas, su muerte sería sin sufrimiento, ni dolor; ni siquiera se daría cuenta.

El condenado aceptó, porque morir de esta manera, era preferible a morir en la silla eléctrica. Lo colocaron en una camilla y ataron su cuerpo para que no pudiera moverse. A continuación le hicieron un pequeño corte en la muñeca y colocaron debajo de su brazo una pequeña vasija de aluminio.

El corte fue superficial, sólo sus primeras capas de piel, pero fue lo suficiente para que él creyera que realmente le habían cortado las venas. Debajo de la cama, fue colocado un frasco de suero con una pequeña válvula que regulaba el paso del líquido, en forma de gotas que caían en la vasija. El condenado, podía oír el goteo y contaba cada gota de lo que creía era su sangre.

El científico, sin que el condenado lo viera, iba cerrando la válvula, para que el goteo disminuyera, con la intención de que pensara que su sangre se iba terminando.

Con el pasar de los minutos su semblante fue perdiendo color, su ritmo cardíaco se aceleraba y le hacía perder aire a sus pulmones. Cuando la desesperación llego a su punto máximo, el científico cerró por completo la válvula y entonces el condenado tuvo un paro cardíaco y murió.

El científico consiguió probar que la mente humana cumple estrictamente todo lo que percibe y que el individuo lo acepta, sea positivo o negativo, actuando sobre toda nuestra parte psíquica y orgánica.

Siempre he pensado que la mente no tiene límites cuando se engaña ella misma. Peor aun cuando no entiende las cosas y fabrica lo que puede para entender, como cuando vemos cosas que las tomamos como sobrenaturales pero que en realidad no lo son.

Muchas veces en nuestra vida se nos presentan problemas que parecen ser desastrosos. Posiblemente haya alguien que nos diga que hay una pequeña o ínfima posibilidad de revertir dicha situación, pero nosotros decidimos creer sólo lo que somos capaces de percibir e imaginar.

“Quien piensa en fracasar, ya fracasó"

"Quien piensa en ganar, lleva un paso adelante"

lunes, 13 de enero de 2020

La depresión laboral


La depresión es una enfermedad muy frecuente. Cerca del 20% de las mujeres y el 10% de los varones sufrirán un trastorno depresivo en algún momento de su vida. Se estima que, uno de cada 20 adultos se encuentra afecto de una depresión. En el día mundial contra la depresión que se celebra cada 13 de enero, ponemos sobre la mesa un tipo de depresión no tan conocida.

Otro fenómeno cada vez más común es la depresión laboral. El 70% de quienes padecen depresión no han sido diagnosticados o no saben que tienen esta enfermedad, todos tenemos cierto grado de estrés en nuestra vida, sin embargo, dependerá de la capacidad de cada persona que éste se convierta o no en un cuadro depresivo e incida negativamente en su círculo laboral o social.

Esta enfermedad emocional actualmente es calificada por Organización Mundial de la Salud (OMS) como la cuarta con mayor grado de incapacidad en materia laboral, sin embargo el mismo organismo estima que para este año será la primera en todo el planeta.

Durante muchos años, diversos investigadores han descrito cuáles son las motivaciones en torno a la experiencia laboral y su íntima relación con sus estados de ánimo. Más del 90% lo califica como fundamental en su vida. En una escala sobre lo que motiva más a las personas en su vida adulta, en primer lugar está la familia, es decir, la pareja, los hijos, sus padres, etcétera, y en segundo, el trabajo, por encima de la amistad.

Algunos estudiosos concuerdan en sus investigaciones: si el individuo está motivado y satisfecho en su empleo, funcionará adecuadamente en sus otros entornos, como el familiar, el emocional y el amistoso. De lo contrario se frustrará, lo cual incidirá directamente en sus relaciones con su pareja, hijos o amigos.

Otros estudios muestran una relación estrecha con la depresión, el estrés en el trabajo y las enfermedades crónicas como el infarto, cáncer y enfermedad de Parkinson.

Al realizar un análisis por género se demostró que las mujeres sufren casi el doble de depresión, comparadas con los hombres, sobre todo en el impacto del nivel socioeconómico, en términos de ingreso y ocupación, en el que a las mujeres les deprime más tener carencias que a los varones.

Los trabajadores que han pasado por una depresión laboral se han ausentado por lo menos 2 días al mes, lo que se traduce en un gasto inadecuado a las empresas. La depresión laboral provoca pérdidas millonarias anuales por ausentismo laboral. Sin embargo aún con este fuerte impacto económico, la depresión sigue sin ser trascendente en la salud pública en la mayoría de los países.

Algunos cambios que pueden llegar a ser particularmente evidentes para los compañeros de trabajo o para sus jefes son:
  • La lentitud y los errores frecuentes en el trabajo.
  • Dificultades en la concentración con olvidos frecuentes.
  • Un inadecuado cumplimiento horario.
  • Una mayor frecuencia de ausencias injustificadas o de abandono del puesto de trabajo por enfermad.
  • Frecuentes discusiones y enfrentamientos con los compañeros de trabajo.
  • Incumplimiento de metas.
La depresión puede por tanto tener importantes consecuencias sobre la capacidad del trabajador para desempeñar su actividad laboral de forma efectiva.

Aquellos trabajos en los que un empleado se siente con pocas oportunidades para utilizar sus conocimientos, habilidades o destrezas, o los trabajos que son repetitivos o rutinarios, parecen particularmente propensos para dar lugar a insatisfacción laboral y baja autoestima.

Muchas personas con depresión comienzan a sentirse mejor en cuanto empiezan a hablar sobre sus problemas. Sin embargo, la elección del tratamiento más adecuado dependerá en gran parte del paciente así como de la naturaleza de la depresión.

Para la inmensa mayoría de la gente un trabajo fijo y bien pagado puede ser de gran beneficio reduciendo el riesgo de depresión y generándoles felicidad. No resulta por tanto sorprendente que aquellos que se han quedado parados recientemente o que llevan muchos meses sin trabajo presenten un mayor riesgo de desarrollar una depresión.

¿Qué puede hacerse para combatir la depresión laboral?

Cada empresa o compañía debería considerar el desarrollo de una política específica de "salud mental". Tal política debería tener como objetivo el lograr un ambiente laboral dirigido a la prevención de la depresión y otras enfermedades mentales, así como a su tratamiento precoz y efectivo.

Como jefe podrá inyectar un poco de entusiasmo, de motivación y de voluntad a  cada uno de sus trabajadores para tener como resultado una institución fuerte y con energía, lejos entonces de la depresión.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Día mundial del alzheimer

Esta mujer de rostro envejecido con la mirada ausente y las manos entrelazadas se llamaba Auguste Deter. Ella fue el primer caso diagnosticado de ALZHEIMER. En el Día mundial del alzheimer que se celebra cada 21 de septiembre por la Organización Mundial de la Salud (OMS) les presentamos esta historia interesante.

Día mundial del alzheimer

Día mundial del alzheimer

La Sra. Deter era una sencilla ama de casa y llevaba una vida placentera hasta que, poco a poco y sin razón aparente, su vida cambió: comenzó a fallarle la memoria y a expresarse con dificultad. La mayor parte del tiempo parecía desorientada y su comportamiento era impredecible. Con frecuencia sufría delirios e imaginaba que su marido la engañaba con una vecina. Estos síntomas empeoraron progresivamente y con tan solo 51 años (el 25 de noviembre de 1901) fue ingresada en una institución para enfermos mentales y epilépticos de Frankfurt (Alemania).
Era una mujer demasiado joven para tener demencia y su caso llamó poderosamente la atención del Dr. Alois Alzheimer. Ese día, durante la visita, el psiquiatra escribiría en sus notas: “La paciente se sienta en la cama, con una expresión desamparada”. Le preguntó:

— ¿Cuál es su nombre?
— Auguste.
— ¿Su apellido?
— Auguste.
— ¿Cuál es el nombre de su marido?
— Auguste, creo.

Estos fueron los primeros apuntes de un largo historial médico con más de 32 páginas en las que se detallan el inicio, los síntomas y el transcurso de esta terrible enfermedad.
Tras la muerte de la paciente (en 1906 por sepsis secundaria a úlceras por decúbito) el Dr. Alzheimer, que se encontraba trabajando en Munich, pidió que le enviaran el cerebro de la fallecida. Tomó más de 250 muestras y llevó a cabo un exhaustivo estudio histopatológico.
Seis meses después, dio una conferencia bajo el título: "Una nueva enfermedad grave característica de la corteza cerebral". En ella describe la presencia de placas amiloides y ovillos neurofibrilares en el córtex cerebral. La conferencia apenas suscitó interés; es más, todo su trabajo de investigación se perdió en los sótanos del hospital durante casi un siglo (hasta 1995).
En cuanto al nombre "Enfermedad de Alzheimer", es su colega Emil Kraepelin quien introduce el epónimo al utilizarlo por primera vez en 1910 en el Manual de Psiquiatría.
Se estima que para el año 2050 habrá 100 millones de enfermos de Alzheimer en el mundo. No sabemos quién será el último caso y si algún día lo habrá. Sin embargo, siempre quedará constancia de la primera persona diagnosticada con demencia tipo Alzheimer. Y esa fue Auguste Deter.