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sábado, 28 de febrero de 2015

La leyenda de Apolo

Apolo es un dios que pertenece a la segunda generación de los Olímpicos. Es hijo de Zeus y Leto y hermano de la diosa Ártemis. Hera, celsoa de leto, había perseguido a la joven por toda la Tierra. Cansada de errar, Leto buscaba un sitio donde dar a luz a los hijos que lelvaba en su seno, y en toda la tierra se negaban a acogerla, temiendo la cólera de Hera. Sólo una isla flotante y estéril, llamada Origia (la Isla de las Codornices), o tal vez Asteria, consintió en dar asilo a la desventurada. Allí nació Apolo. Agradecido, el dios fijó la isla en el centro del mundo griego y le dio el nombre de Delos, "la brillante". Allí, al pie de una palmera, el único árbol de toda la isla, Leto aguardó el parte durante nueve días y nueve noches, pues Hera retenía su lado, en el Olimpo, a Ilitía, la divinidad que preside los partos felices. Todas las diosas, y especialmente Atenea, se hallaban junto a Leto, pero anda podían hacer en su favor sin consentimiento de Hera.

La leyenda de Apolo

Finalmente, resolvieron enviarle a Iris para rogarle permitiese el alumbramiento, ofreciéndole, para aplcar su ira, un collar de oro y ámbar de un espesor de nueve codos. A este precio, Hera consintió en que Ilitía descendiese del Olimpo y se encamiase a Delos. Leto se arrodilló al pie de la palmera y dio a luz primer a Artemis, y después, con ayuda de ésta, a Apolo. En el momento de nacer el dios, unos cisnes sagrados volaron sobre la isla, dando siete vueltas a su alrededor- pues era el séptimo del día del mes- .

Inemdiatamente, Zeus envió regalos a su hijo: diole una mitra de oro, una lira y un carro tirado por cisnes. Luego le ordenó que fuese a Delfos. Pero los cisnes condujeron primero a Apolo a su país, a orillas del Océnao, allende la patria del Viento Norte, en la tierra de los Hiperbóreos, los cuales viven bajo un cielo siempre puro y que han consagrado a Apolo un culto que celebran sin cesar. Allí permaneció el dios un año, recibiendo los homenajes de los Hiperbóreos, y regresó luego a Grecia, llegando a Delfos en pleno verano, en medio de fiestas y cantos. Incluso la Naturaleza lo festeja: las cigarras y los ruiseñores cantan en su honor, las fuentes son más cristalinas. De esta forma, se celebraba con hecatombes todos los años en Delfos la venida del Dios.